No habrá nunca una puerta. Estás dentro
y el alcázar abarca el universo
y no tiene ni anverso ni reverso
ni externo muro ni secreto centro.
No esperes que el rigor de tu camino
que tercamente se bifurca en otro,
tenga fin. Es de hierro tu destino
como tu juez. No aguardes la embestida
del toro que es un hombre y cuya extraña
forma plural da horror a la maraña
de interminable piedra entretejida.
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
en el negro crepúsculo la fiera.
Borges
jueves, 5 de abril de 2012
DoubleTree
Que el ascensor tenga dos espejos que te permiten verte el pelo de atrás está bueno. Por otro lado, si estás por salir y tenés mal la parte de atrás del pelo, cagaste. Ya no tenés arreglo.
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