No habrá nunca una puerta. Estás dentro
y el alcázar abarca el universo
y no tiene ni anverso ni reverso
ni externo muro ni secreto centro.
No esperes que el rigor de tu camino
que tercamente se bifurca en otro,
tenga fin. Es de hierro tu destino
como tu juez. No aguardes la embestida
del toro que es un hombre y cuya extraña
forma plural da horror a la maraña
de interminable piedra entretejida.
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
en el negro crepúsculo la fiera.
Borges
lunes, 29 de junio de 2009
6:40 a.m
Qué placer despertarse dos horas antes de que suene el despertador pensando que ya tenés que irte y ver que todavía tenés dos horas enteras para dormir!
y que dolor
ResponderEliminardespertarse quince minutos antes que suene el despertador
y darte cuenta que no podes volver a dormirte porque no llegas!